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KIOSCO DE LA ALAMEDA: Sorpresas a tutiplén

Quien esto escribe lleva visitando Brihuega desde los primeros años noventa. Que yo recuerde, en aquellos tiempos no había campos de lavanda, pero sí algunos alicientes como para justificar el viaje. Por ejemplo, en Brihuega vivía el gran periodista Manu Leguineche y en colaboración con el restaurante Asador El Tolmo organizaba una vez al mes una tertulia en torno a algún personaje del mundo de la cultura o la política. Recuerdo especialmente dos, Maruja Torres y José Luis Sampedro. Y los recuerdo porque a ella, después de la celebración del evento, la llevé en mi coche hasta su casa madrileña. Del escritor se ocupó mi hermano..
  • Por JUAN ANTONIO DÍAZ.

  • FOTOS © Juan Antonio Díaz "Nono"



El Asador El Tolmo era un buen restaurante de carnes y obviamente, de asados. Sigue en pie, pero ya no es ni sombra de lo que fue. Otro buen restaurante fue Quiñoneros, que ocupaba el espacio de un chalé propiedad del matrimonio compuesto por Amparo y Abel. Durante años fue el mejor de Brihuega, pero lamentablemente hace unos años que echó el cierre por jubilación de la pareja.


Restaurante de corta vida fue la Posada de Jorge. Tuvo un arranque espectacular, pero se apagó enseguida.

Queda en pie Princesa de Elima, restaurante de hotel perteneciente a la familia Cortijo, con la que tuve muy buena relación, pero ahora mismo no sabría decir en qué estado se encuentra. Sigue abierto, que no es poco.


Y hete aquí que de nuevo hay un restaurante que merece la pena. Y encima ahora sí hay campos de lavanda para que el viaje sea completo. Lo saben los miles de visitantes que entre los meses de julio y agosto saturan las tierras de Brihuega donde predomina el color violeta, un espectáculo visual que recomiendo efusivamente. Y, como he dicho, con la particularidad de poder consumar la jornada visitando el restaurante Kiosco de la Alameda, ubicado en el popular Parque de la Alameda, en la zona más frondosa del pueblo.



Sepamos cosas de él. Abrió hace un par de años con la intención de ofrecer algo más que el sota, caballo y rey con el que se despacha a una gran mayoría de comensales en los establecimientos locales. Aquí hay mucho nivel en los tres espacios diferenciados en que se divide el Kiosco.


Para empezar, una taberna en la que se sirven vinos y vermús acompañados de tapas como el flamenquín con salmorejo, el cachopín de ternera de Aliste o el aliñado con vinagre de Jerez y buen aceite de oliva virgen extra.


El segundo espacio sería la terraza, muy demandada cuando uno trata de huir del calor.


Por último, el restaurante propiamente dicho, tercer espacio que podríamos denominar gastronómico y que cuenta como titular de cocina al sevillano Juanma Muñoz, un excelente profesional al que hace unos años tuvimos ocasión de conocer en un restaurante de Arganda del Rey. Ahí pudimos comprobar su pericia elaborando platos que podrían figurar en una lista de deseos comestibles de todo hijo de vecino. Lo mismo que hace aquí.


Muñoz se mueve como pez en el agua manejando una materia prima seleccionada de altísima calidad: Carnes de Discarlux, ibéricos de Montaraz, bacalao de El Barquero, lubinas de Lubimar, trufas de Alonso, caviar del Pirineo… con todo ello Muñoz compone un menú completamente libre de gluten que incluye platos con empaque y complejidad llamados a gustar a todo buen gourmet.



Abre con entretenimientos de mucho interés como la arepa con queso brie y caviar; el tartar de corzo; la original ostra con garum; y una deliciosa sardina marinada con torrija de tomate y aceite sevillano de albahaca de Peña Luna.



A continuación, un segundo bloque con aumento de la intensidad, en el que se incluye un tomate azul escabechado con anchoa; una ensalada de brevas con pastrami de buey a la brasa, que es una delicia; un ajoblanco con bonito braseado con aceite de ajo de la mencionada almazara sevillana; y una alcachofa braseada con almogrote y queso Don Picón de Cuenca.


Ese ajoblanco y ese almogrote permiten entender la procedencia del cocinero. Pero sigamos, que todavía hay más sorpresas. Por ejemplo, los espaguetis de arroz con falsa carbonara acompañados de jamón ibérico de Montaraz y trufa de Alonso, un espectacular pasaporte al gozo.





Lo mismo que un tercer capítulo, que por difícil que parezca consigue subir todavía más el nivel: los huevos con chipirones del kiosco; el taco de vaca madurado Discarlux cocinado a la brasa con setas shiitake confitadas en ajos de Las Pedroñeras: y la costilla asada madurada (también de Discarlux) con salsa barbacoa.





Queda para el final un espléndido postre como es el flan de queso con confitura de membrillo al PX Don Zoilo (de Williams & Humbert) y un helado de lavanda, hibiscus y violeta.



Capítulo aparte merece el servicio, que es amable y eficaz y tiene al jienense Juan Pancorbo como gran especialista en vinos. Otra gran sorpresa la de este buen profesional que estudió para ingeniero agrónomo y demuestra un gran conocimiento a la hora de armonizar vinos y platos. Así, en el primero de los capítulos del menú sirvió La Caprichosa, un verdejo de 2023, pleno de aromas y matices. Para el segundo, una variedad prácticamente desconocida como es garrido fino, de las Bodegas Salado, de Umbrete (Sevilla). Todo un hallazgo. Como el tercero de los vinos seleccionados, La Maldita, garnacha de La Rioja y el cuarto, Lleiroso, crianza de 2020 de Ribera del Duero. ¡Ah! Y un chupito de licor de lavanda.




  • Todo ello, platos y vinos componen un extraordinario menú ideal para clientes no despistados que sepan valorar calidad y precio. Y recordemos: ¡todo sin gluten!


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