HACIENDA ALBAE, un châteaux en tierras de El Quijote
Un proyecto enoturístico en La Mancha cuya razón de ser está en la singularidad de sus vinos monovarietales. Blancos y tintos frescos, amables y fáciles de beber, cuyo precio son otro de sus atractivos.
Por · Raquel Castillo
Si don Alonso Quijano viviera en este siglo es más que probable que en alguno de sus viajes hubiera recalado aquí, en este complejo enogastronómico ubicado en el corazón de La Mancha. Al lado de Argamasilla de Alba (Ciudad Real) y próximo a las Lagunas de Ruidera, representa una apuesta por la tierra, su tradición vinícola y el potencial turístico que puede tener si se sabe desarrollar.
La iniciativa ha partido de unos propietarios, la familia Carpintero, vinculada al mundo empresarial en el ámbito inmobiliario y energético. Un proyecto no exento de romanticismo que comenzó en 1990 con la adquisición de las primeras viñas, aunque no es hasta 2005 cuando comienzan a producir vino, porque la idea siempre ha sido elaborar vino de calidad para embotellar.
Para cerrar el círculo, junto a la moderna bodega se ha construido un hotel –incluyendo un pequeño restaurante–, que viene funcionando desde hace diez años. Porque la idea es vivir el mundo del vino in situ, a pie de viña. De hecho los viñedos rodean la bodega haciendo bueno ese concepto de châteaux francés que permite pasear por las viñas, sintiendo en primera persona dónde y cómo comienza esa aventura fascinante que supone transforma las uvas en un producto único como es el vino.
Una experiencia enoturística
El hotel, cómodo y moderno, cuenta con 15 habitaciones (dobles y junior suite), cada una con el nombre de una variedad de uva. Disponen de un pequeño restaurante donde se sirve cocina tradicional manchega –con algún plato más actual–, y organizan diversas actividades entre las que no pueden faltar la visita a bodega y una cata dirigida, para que los asistentes puedan conocer los secretos del vino, cómo se elabora, envejece, y también cómo valorarlo a través de los aromas (cata en nariz) y el gusto (cata en boca). Y para hacerlo, nada mejor que la gama de blancos y tintos de la propia bodega.
Fuera de ella, las viñas, y más allá, las tierras de La Mancha, la cervantina Argamasilla de Alba, el parque natural de las Laguna de Ruidera, el castillo de Peñarroya, los molinos de viento del Campo de Criptana o una visita al también parque natural de las Tablas de Daimiel. Mucho por conocer, y beber.
De La Mancha al mundo
La bodega está situada en una zona destinada a la elaboración fundamentalmente de altas producciones, graneles y vinos de bajo coste. Es más, al lado de Hacienda Albae hay una cooperativa que, ella sola, vinifica 250 millones de kilos de uva, tres veces más que lo que hace una Denominación de Origen como Ribera del Duero. Competir en volumen no tiene sentido, sí hacer lo contrario, es decir, darle valor a los viñedos.
Y lo hacen con una gama de vinos singulares centrada en los monovarietales y cuyo mercado está básicamente en la exportación. Porque son países como (sobre todo) Estados Unidos, Canadá e Inglaterra los destinos fundamentales dentro de un mercado en el que cuentan con clientes de más de 30 países, y que supone el 90% de sus ventas.
Hace un par de años, instados por sus importadores y también por las ganas de tener presencia en su propio país, comenzaron a distribuir sus marcas en Madrid, sobre todo, además de la La Marina Alta (Alicante) y testimonialmente en San Sebastián. Ligados en buena medida a la restauración, en la capital es habitual encontrarlos en restaurantes como MO, Amparito Roca, Botín o Sagrario Tradición.
El determinante acuífero 23
La bodega está ubicada en una finca de 750 hectáreas, aunque sólo unas 220 se dedican al cultivo de la vid. Su director técnico, Adrián de Pablo, lleva al frente de ella desde 2017. Bioquímico y máster en enología y viticultura por la Universidad Politécnica de Madrid, tiene una dilatada experiencia como enólogo en diversas bodegas (Ribera del Duratón, Valquejigoso, Aalto), conocimiento que le ha llevado a mantener y ampliar la gama de vinos que actualmente elaboran.
“Nuestra filosofía es artesanal, aunque optamos por tecnologías muy actuales para conseguir vinos con el mínimo intervencionismo, trabajados en ecológico con el objetivo de intentar darle valor añadido a un producto como el vino que, en esta zona se ha industrializado mucho, perdiendo parte de su esencia tradicional. Queremos dar un valor añadido al producto, volver al origen histórico de lo que siempre ha sido”, nos cuenta.
Una singularidad de la bodega es que está asentada sobre el acuífero 23, uno de los más grandes de Europa –y de España–, formado a partir del sistema hidrológico de la Cuenca Alta del Guadiana. Esto les permite contar con una gran cantidad de agua, de ahí que esta comarca de La Mancha Occidental sea una zona cálida pero no seca, y puedan vinificar con variedades que requieren esa humedad, esa agua que en otros viñedos manchegos no se da. Buscan la frescura, vinos con buena acidez que se diferencien de elaboraciones que por el calor, tienden a las sobremaduraciones. En cualquier caso, de Pablo aclara que “es una bodega pequeña, con una producción que no llega a las 200.000 botellas".
Todo el viñedo está plantado en espaldera, se vendimia con máquinas y se trabaja en ecológico (terminan la certificación, un complicado papeleo de casi cuatro años, en 2024). No hay más que ver las mariquitas que ahora, en plena primavera, pululan alrededor del viñedo en flor, señal inequívoca de que es ecológico y no se emplean químicos ni plaguicidas de ningún tipo.
Todas las viñas se controlan directamente desde su equipo técnico, la maduración, las producciones, la poda, y están tan cerca de la bodega (ya hablábamos de ese concepto châteaux) que les permiten vendimiar por la noche –evitando las altas temperaturas– y que en sólo 10 minutos la uva pase del viñedo a la bodega. “La uva llega a la bodega entre 14 y 16 grados de media, y a las cuatro o cinco horas somos capaces de bajarla a 7 u 8 grados gracias al sistema de frío de los depósitos. De esta forma no perdemos aromas y conservamos muy bien la calidad de las uvas”, explica el enólogo.
Los vinos, monovarietales singulares
Frescura y acidez, es el mantra que De Pablo y su equipo técnico manejan cuando elaboran sus blancos y tintos. Los primeros están protagonizados por dos variedades, la viognier y la chardonnay, mientras que en tintos el abanico es más amplio, y abarca viníferas como la tempranillo, cabernet sauvignon, merlot, malbec y syrah.
Se hacen exclusivamente monovarietales (no hay ni un solo coupage) lo que tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Desde luego les aporta singularidad –son una rara avis en la comarca–, pero también les facilita llegar mejor a determinados mercados como el americano. A la hora de la elaboración les permite jugar más fácilmente con los tiempos de vendimia (cada variedad madura de forma diferente, lo que permite escalonar la recogida de uva y en consecuencia las fermentaciones), pero también, alarga durante dos meses largos toda la vendimia, con el trabajo que ello supone para la bodega.
Todas las etiquetas salen bajo la IGP vinos de la Tierra de Castilla, porque, como comenta su enólogo, huyen de los corsés a los que obliga la pertenencia a una Denominación de Origen. Y en la DO La Mancha están vetadas ciertas uvas y ciertas formas de trabajar. “Todas las variedades que utilizamos se han elegido por su acidez, por su frescura. Por eso no cultivamos la airén, típica aquí, o la viura, que también se da mucho”, aclara.
Buena acidez, frescura, vinos fáciles de beber son también el motivo de elaboraciones similares pero con características definidas según la uva de que se trate. “Se busca que la parte tánica del vino no sea agresiva. Por eso se maceran un poco en frío inicialmente y luego fermentan a baja temperatura para conservar al máximo la fruta”, apunta.
Los blancos no fermentan en barrica, aunque sí llevan una crianza sobre lías durante 3 ó 4 meses para que tengan mayor complejidad. Y en los tintos De Pablo opta por pequeños matices diferenciadores de elaboración cuyo objetivo es que los vinos resulten más expresivos, sea con una fermentación más extractiva, más potente en el cabernet sauvignon, sea descubando (separando de las pieles) antes de que termine la fermentación en el caso del malbec, porque es un vino que no requiere mucho tanino, sino que resulte más fresco, directo, distinto a los malbecs argentinos. Además todos tienen una crianza de alrededor de 6 meses en barricas de roble (un 60% es francés; el resto americano).
Adrián de Pablo (director técnico) y Julio Gómez (director financiero), ejercieron en nuestra visita como perfectos anfitriones... Una calidez que se convierte en máxima de hospitalidad de obligado cumplimiento en cada una de sus acogidas a visitantes y huéspedes.
Común a todas las elaboraciones (salvo algunos especiales que no producen todos los años) es su estupenda relación calidad-precio, francamente razonable. Tanto blancos como tintos están en torno a los 8 o 9 euros (precio en tienda).
Así son los vinos Hacienda Albae
BLANCOS:
• Viognier
Amarillo pálido con reflejos dorados. Muy intenso en nariz, con aromas florales y de fruta de hueso. En boca es glicérico y persistente, con gran acidez y verticalidad.
Elaboración: maceración pelicular de las pieles durante 12 horas. Ligeramente prensado y fermentado a baja temperatura, se mantiene con las lías 3 meses. Filtrado muy suave antes de embotellado.
• Chardonnay
Amarillo pálido con reflejos dorados. Nariz muy frutal con recuerdo a frutas de hueso y exóticas. El envejecimiento con sus lías le otorga volumen y estructura. Magnifica acidez. Potente y persistente.
Elaboración: maceración pelicular de las pieles durante 12 horas. Ligeramente prensado y fermentado a baja temperatura, se mantiene con las lías 3 meses. Filtrado muy suave antes de embotellado.
TINTOS:
Malbec
Rojo intenso con ribetes azulados. Potentes aromas a frutos rojos con matices de violetas y especiados en segundo plano. En la boca es sorprendentemente fresco y frutal. Taninos muy suaves y sedosos.
Elaboración: maceración en frío durante 48 h. Fermentación a baja temperatura, con manejo muy suave de las pieles para controlar la extracción de taninos y potenciar la frescura. Descube temprano y fermentación maloláctica. Crianza en roble francés y filtrado muy suave.
Tempranillo
Rojo cereza, muy vivo. Nariz intensa, aromas de frutos rojos perfectamente equilibrados con los aromas tostados y vainilla de la crianza. Fresco en boca con taninos suaves y un final especiado.
Elaboración: maceración prefermentativa en frío 48 h., con fermentación a temperatura controlada. Manejo suave y constante de las pieles durante la fermentación, para controlar la extracción tánica. Tras la maloláctica, crianza en barricas de roble americano 6 meses. Filtrado muy suave.
Syrah
Rojo picota, cubierto. En nariz aromas de frutos maduros, moras y arándanos, bien ensamblado con notas tostadas de madera. Entrada potente en boca, donde se muestra envolvente, con caracteres frutales que van evolucionando a notas tostadas de chocolate negro y toffe. Muy equilibrado.
Elaboración: maceración prefermentativa en frío 48 h., con fermentación a temperatura controlada. Manejo suave y constante de las pieles con remontados cortos y esporádicos para preservar la fruta. Crianza de 6 meses en barricas de roble. Ligero filtrado.
Merlot
Precioso color rubí. Aromas a frutos rojos y negros maduros sobre un fondo de roble tostado. Elegante en boca, maduro, sabroso y persistente. Su paso por roble francés le dota de aromas elegantes que se integran perfectamente con la fruta madura.
Elaboración: maceración prefermentativa en frío 48 h., con fermentación a temperatura controlada. Manejo suave y constante de las pieles con remontados diarios y algún delestage (vaciar el mosto del depósito dejando las pieles y volver a introducir el vino sobre ellas) para extraer el potencial de las pieles. Crianza de 6 meses en roble.
Cabernet Sauvignon
Precioso color rubí. Aromas a frutos rojos y negros maduros sobre un fondo de roble tostado. Elegante en boca, maduro, sabroso y persistente, con toques minerales. Su paso por roble francés le confiere aromas elegantes que se integran con la fruta madura. Gran estructura, volumen y persistencia.
Elaboración: maceración prefermentativa en frío 48 h., con fermentación a temperatura controlada. Manejo suave y constante de las pieles con remontados diarios y algún delestage para extraer el potencial de las pieles. Crianza de 6 meses en roble de tostado medio.
Ctra. Argamasilla de Alba a Cinco Casas CM-3113, Km. 25,500
13710 Argamasilla de Alba (Ciudad Real)
Teléfonos:
Bodega: (+34) 917 756 330
Hotel: (+34) 926 699 349 – (+34) 667 109 786
E-mails:
Precios aproximados:
Habitación doble (con desayuno): 89 euros.
Estancia enogastronómica: desde 180 euros /noche para 2 personas.
Incluye desayuno, visita a bodega, cata y comida o cena.
Ofrece también pack enoturísticos, y catas y visitas a particulares y grupos (consultar precios).
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